¡EN 48 HORAS!
Viaje super express a Estambul. Solo teníamos 48 horas, tres días libres en el trabajo, los cuales fueron suficientes para decidirnos por una escapada a algún lugar cercano pero a la vez lejano, diferente y fuera de Europa. Y es que Estambul está situada entre Europa y Asia. La única ciudad del mundo que ocupa dos continentes, y así une a la vez dos culturas y civilizaciones del antiguo continente euroasiático.
Estambul es diferente, no solo por el hecho de pertenecer tanto a Asia como a Europa, sino que dista bastante del resto de Turquía como bien dicen los habitantes de la ciudad.
Ya desde el avión puedes ver las decenas de mezquitas, que con sus enormes cúpulas, decoran el paisaje de la ciudad a vista de pájaro.
En estas 48 horas pudimos ver algunos de los impresionantes edificios y museos de la ciudad. Aunque nos faltó mucho por ver, si vas con el tiempo justo como nosotros, es una guía muy útil que te servirá para recorrer los lugares de interés de forma sencilla, tranquila y rápida.
DÍA 1
Palacio Dolmabahçe
Después de un largo viaje optamos por no madrugar al día siguiente, además al despertar estaba lloviendo, así que salimos con algo de retraso y tuvimos que cambiar nuestro plan inicial. Aun así, nos dió tiempo a verlo todo sin ninguna prisa. Comenzamos cogiendo el tranvía en Karakoy en dirección al Palacio, nos bajamos en la parada de Kabatas, y de ahí solo hay que andar unos 5 minutos para llegar al palacio.
De camino a 🕌 Dolmabahçe Camii hay una pequeña plaza donde paramos a desayunar. En ella se encuentran varios puestos donde venden el típico pan y pastelitos, castañas y fruta. También hay una cafetería abierta 24/7 en la que puedes disfrutar del típico Turkish breakfast a un precio bastante razonable.
El Palacio Dolmabahce se encuentra en la bahía del Bósforo, es el más grande de Turquía, y aunque fue construido en época del imperio Otomano, es relativamente moderno ya que uno de los sultanes decidió construirlo para disfrutar de los lujos que tenían los reyes europeos allá por el año 1840. El palacio se construyó para el sultán 31º del imperio entre 1843 y 1856, y así este se trasladó desde el palacio Topkapi, más anticuado, a su nuevo palacio más contemporáneo. Desde entonces vivieron aquí seis sultanes hasta que pasó a manos del nuevo estado de Turquía cuando el califato fue abolido en 1924. Junto al palacio encontramos El Harem, la casa donde vivían las mujeres y la madre del sultán con los niños.

La entrada al harem cuesta 40 liras (unos 6€) y al palacio (selamik) 60TL. Nosotros compramos el ticket para los dos edificios, íbamos a entrar con audio-guía ya que queríamos conocer un poco de la historia del palacio y no teníamos internet para buscarlo, pero pedían 100 euros o 200 liras de fianza y no llevábamos ni lo uno ni lo otro, así que fuimos sin audio-guía, pero con un folleto que explicaba lo básico en la entrada. Si tienes prisa puedes entrar sin la audio-guía y te ahorrarás la cola de unos 5-10 minutos. El Palacio es muy bonito de ver por dentro, tiene bóvedas de estilo europeo y elementos decorativos asiáticos y árabes, que le dan un aspecto particular. La última cámara de celebraciones tiene una bóveda y una lampara de cristal en el centro que impresionan bastante. Puestos a comparar, hemos de decir que este complejo nos ha gustado más que el parlamento de Budapest, al que fuimos hace un par de semanas. En cuanto al harem, es de un estilo similar, pero sin bóvedas ni los elementos lujosos que encontramos en el palacio del sultán, por lo que recomendamos que a no ser que os sobre mucho tiempo entréis solo al palacio, porque el harem no tiene mucho de especial, aparte de ser la residencia de las mujeres y la madre del sultán.
Bazar de las especias
Una vez recorrido el palacio y sus jardines volvimos a coger el tranvía hasta el Bazar de las especias justo al otro lado del puente de Galata, en la parada Eminonu. Este bazar es uno de los mercados más antiguos de Estambul y en el puedes encontrar productos típicos de Turquía, no solo especias, si no todo tipo de tes, pastelitos, tazas, platos, llaveros y montón de souvenirs. En este mercado a diferencia del Gran Bazar podemos encontrar a muchos turcos haciendo sus compras, ya que en el exterior del edificio hay puestos con productos de ferretería y del típico »todo a cien». Al salir del bazar exploramos un poco el barrio y descubrimos una bonita escalera de colores con paraguas y globos en el techo.
Cisterna Basílica
Paramos a comer cerca del bazar antes de volver a coger el tranvía con dirección a la Cisterna Basílica en Sultanahmed. La entrada cuesta 20 liras por persona. La Cisterna Basílica es una de las tantas cisternas que existen en Estambul, se la conoce como basílica por estar situada donde antes había una gran basílica. Servía para filtrar el agua de muchos de los edificios que se sitúaban por encima de ella. Se trata de una cámara subterránea, cuya iluminación muy tenue crea un ambiente tétrico con techos muy altos sujetos por grandes columnas de piedra, las más famosas y llamativas son las dos del final, con la cabeza de medusa en la base con una postura invertida bastante macabra. En esta famosa cisterna se han grabado películas de James Bond y la última de la saga del «Codigo Da Vinci», «Inferno», también ha sido inspiración para videojuegos tan famosos como «Assassin’s Creed». Si quieres hacer fotos es mejor una cámara con buen flash, a nosotros para variar se nos olvidó cargar la nuestra y tuvimos que hacer las fotos con el móvil, por lo que la calidad deja bastante que desear.
Barrio Sultanahmed y Karakoy
Por último, al salir de la cisterna decidimos tomarnos tiempo libre para pasear por el barrio Sultanahmed y tomar algo en alguno de los típicos restaurantes.
Para cenar decidimos ir a la Torre Galata, donde habíamos leído que se concentraba parte de la vida nocturna de la ciudad, aunque no pudimos ver mucho ambiente. Cenamos en el restaurante PEPO, un lugar encantador y sencillo, con mucha variedad de platos típicos y vegetarianos, por lo que no descartamos volver al día siguiente para desayunar antes de seguir con nuestro recorrido.
¡Mañana más y mejor!
DÍA 2
- Hagia Sophia
- Palacio Topkapi
- Mezquita Azul
- Gran Bazar
- Karakoy y Torre Galata
- Paseo de los pescadores
Comenzamos el día cogiendo de nuevo el tranvía en Karakoy para bajarnos en la parada Sultanahmet, así que acabamos desayunando en el barrio de Sultanahmet, para poder ir temprano a ver el museo de Santa Sofía y el Palacio Topkapi. Recomendamos ir lo más temprano posible para no pillar muchas colas, aunque nosotros al ir en mayo no encontramos los lugares turísticos muy masificados.
Santa Madre Sofía (Hagia Sophia)

Para nosotros, el más bonito de los tres edificios que visitamos hoy. Por dentro tiene elementos tanto musulmanes como cristianos. Puedes admirar sus murales ya desgastados, los enormes techos con decoraciones doradas y las gigantes letras árabes que decoran imponentemente la pared principal.
Santa Sofía tiene un gran pasado, ya que fue construida como una catedral ortodoxa, para convertirse posteriormente en catedral católica latina y tras la conquista de Constantinopla por el imperio otomano fue convertida en mezquita allá por el año 1453, hasta que en 1935 fue convertida en museo, tras la declaración de la República de Turquía. Sufrió muchas modificaciones a lo largo de los años debido a los cambios culturales y religiosos que afectaban a la ciudad y que se vieron reflejados tanto en la decoración como en las funciones de este impresionante edificio.
Lo más curioso de esto es que incluso dentro de este museo pudimos ver gatos paseando a sus anchas por los altares detrás de los cordones rojos que delimitan el paso a los visitantes.

Palacio Topkapi
Salid con tiempo de Santa Sofía para poder ver el palacio temprano. Lo más bonito son los jardines y la decoración de estilo mucho más clásico que la del palacio de Dolmabahçe, donde veíamos claramente la influencia de Europa tanto en la decoración como en la arquitectura, aunque se podían apreciar algunos elementos asiáticos. El palacio Topkapi conserva más elementos de la cultura otomana de la época.
Este palacio fue desde 1465, la residencia del sultán y desde donde dirigía el imperio, hasta 1853, cuando el Sultán Abdulmecid decidió trasladarse al moderno palacio Dolmabahçe.
Para entrar al palacio debemos atravesar la entrada principal o Puerta imperial, construida años después del palacio, siendo hoy día la entrada principal del palacio.
Una vez hemos atravesado la entrada y recorrido un poco el camino entre los jardines nos encontraremos

de frente con los imponentes torreones clásicos que no tienen nada que envidiar a los que aparecen en los cuentos de princesas, es la Puerta de Acogida y destaca bastante ya que su diseño es completamente diferente al de la puerta imperial y al que nos encontraremos tras ella en el palacio. Nos recuerda a los castillos que podemos visitar en Europa o que tantas veces hemos visto en las películas de Disney.
Tras la Puerta de Acogida entramos en los jardines, donde encontramos una decoración y arquitectura totalmente diferente a la de los torreones de la entrada, aquí se combinan construcciones de estilo asiático y árabe, con azulejos de colores, donde destacan el turquesa y dorado típicos de estas corrientes.
Desde la parte alta de los jardines se puede ver toda la ciudad, desde la torre Gálata, la más alta de la ciudad, hasta el Bósforo transitado por montones de barcos y ferris.
Nosotros no entramos en el harem esta vez, pero recomiendo que entréis a este en vez de al del Palacio Dolmabahce, ya que este último no tiene nada especial como bien hemos expuesto al principio de esta entrada.
Por último, cabe destacar que en este palacio se encuentra unos de los tesoros más grandes e impresionantes del mundo. El tesoro se encuentra expuesto en cuatro salas, que si tenéis suerte estarán abiertas (nosotros no la tuvimos) y podéis visitarlas por un extra en el precio de entrada. Aun siendo expuestas en 4 habitaciones, solo un 10% del tesoro está expuesto y el resto se encuentra custiodado a buen recaudo.
Mezquita Azul
Antes de ir a la mezquita hicimos parada para comer en uno de los tantos restaurantes cercanos a los monumentos del barrio de Sulthnamet. Una vez con las pilas cargadas, nos dirigimos a la mezquita azul, donde es obligatorio cubrirse las piernas tanto hombres como mujeres y llevar la cabeza cubierta en el caso de las mujeres. No os preocupéis si no lleváis pañuelo y hace demasiado calor para pantalón largo, pues en la puerta de entrada se puede pedir un sarong o falda larga y un pañuelo sin ningún coste adicional. La entrada a la mezquita es gratis ya que se trata de una mezquita pública dedicada al rezo, por esta razón dependiendo de la hora y la época, por ejemplo, durante el ramadán, puede permanecer cerrada al público un par de horas dejando el lugar solo para el rezo.
Pero lo más bonito de esta mezquita, esta fuera, en el patio principal, desde donde puedes apreciar el azul turquesa de su fachada y las enormes cúpulas coronadas con techos de tonos azulados.

Gran Bazar
Tras visitar la mezquita azul cogimos nuevamente el tranvía desde Sultanahmet hasta el bazar de las especias en la parada de Beyazit.
Aquí recorrimos las laberínticas calles perdiéndonos una y otra vez. Después de unos 30 minutos ya nos encontrábamos un poco saturados y cansados de ver tantos puestos similares de diferentes souvenirs, así que paramos para tomarnos algo fresquito y un encantador Baklawa turco, un dulce típico de esta región, que podemos encontrar en Europa en restaurantes con comida turca, normalmente hecho con frutos secos y una pasta de hojaldre y miel o almíbar.

Barrio de Karakoy
De aquí nos dirigimos, cogiendo el tranvía por supuesto, al barrio de Karakoy donde se encontraba nuestro hotel, para descansar un poco y aprovechar para visitar el barrio que se conoce como uno de los más »hipster» del mundo junto con el barrio judío de Budapest y Malasaña en Madrid. Aquí encontramos rincones encantadores para tomar unas bonitas fotos, también hay montones de cafeterías y pubs con ambiente moderno y decoraciones variadas y divertidas. Merece la pena guardar un rato para perderse por sus calles y así aprovechar y ver la torre Galata de cerca ya que se encuentra justo en este barrio rodeada también de restaurantes y bares repletos de estudiantes y turistas.
Paseo de los pescadores
Por último, tras pasar por el hotel para una ducha y descansar un rato, terminamos el día en el paseo de los pescadores donde ya habíamos estado el primer día cenando. Se trata de un paseo bajo el puente Galata, donde los pescadores se reúnen durante todo el día para pescar en el Bósforo. Por este motivo mientras cenas bajo el puente puedes ver las decenas de cuerdas cayendo al rio y alguna que otra vez puedes ver a un pescador recogiendo algún pescadito de agua dulce. El paseo está lleno de restaurantes, todos ellos con un personal muy amable que intenta atraer a la gente. Puedes encontrar toda clase de comida, aunque la especialidad es el marisco y el pescado, también encontraras algún plato vegano (comer vegano en Estambul) si buscas a conciencia y sin mucho donde elegir, sin embargo podrás encontrar un menú entero de platos con carne a la brasa.
Después de la cena volvimos al hotel ya que al día siguiente nuestro vuelo salía bien temprano vuelta a casa.
Así pasamos dos días en Estambul, nos faltaron muchísimas cosas por ver, pero lo hicimos lo mejor posible en solo 48 horas. Pudimos ver muchos de los monumentos más importantes de la ciudad, y nos dió tiempo a pasear y descubrir algunos rincones escondidos del barrio de Karakoy y de los alrededores del bazar de las especias. Ha sido un viaje express que nos ha encantado y que sin duda repetiríamos, pero con mucho más tiempo para disfrutar de esta majestuosa y peculiar ciudad situada en mitad de dos inmensos continentes.